jueves, 1 de octubre de 2009

El traje verde te hace gordo





Soterrada bajo un muro de expectación, escuchaba los latidos de mi amante tras el armario. Mi marido pistola en mano y yo con no más que un par de tirantes mal puestos. Ese estúpido cachirulo siempre con intención de menearla; me dolían los oídos de tan patéticos argumentos. De nuevo se giraba con esa ingenua sonrisa bobalicona, se sentaba en el borde de la cama y comenzaba a desvestirse. El hombre de la casa ha llegado; ya son dos pensé yo dirigiendo mi mirada hacia el armario. Tras despojarse de su último calcetín acercó su cara extremadamente feliz hacia la comisura de mis labios. Malandrín de tres al cuarto, deja la pistola en la mesa y dime algo ocurrente. Nada, tabla rasa. No más que un bigote, una pistola y un uniforme verde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario